Las dos fuerzas de la vida

2 ago 2025

No creo en el destino —al menos no en el sentido esotérico de la palabra—. Siempre he preferido pensar que son nuestras acciones las que definen el éxito en lo personal y profesional, que al final del día somos nosotros quienes tenemos las riendas. Es mucho más liberador para mí creer que no hay un guion fijo que determine el futuro.

Dicho esto, recientemente he aceptado la idea de que existen dos tipos de "fuerzas" que gobiernan la trayectoria de tu vida. Primero está la que tienes bajo tu control: aquello que logras como resultado de tu esfuerzo y hábitos conscientes. En esta categoría están cosas como graduarte de la universidad, comprar un auto o conseguir un ascenso en tu trabajo. Aquí no hay sorpresas; son acontecimientos que ves venir. En algún punto tu mente decidió «yo quiero esto» y se puso a trabajar en un plan para alcanzarlo.

Y luego están las cosas que llegan a ti de manera accidental gracias a una acción aparentemente insignificante. Esta fuerza es impredecible y ni siquiera la ves actuar, pero está ahí cuando inicias una conversación con un extraño, asistes a una fiesta un viernes por la noche o te sientas al lado de una persona en particular en la universidad. Estas pequeñas decisiones, a su vez, ramifican en otro conjunto de eventos fortuitos que terminan provocando cambios profundos.

Ponte a pensar en dos o tres cosas que conforman tu realidad —tus mejores amigos, el trabajo que tienes, tus pasiones o aspiraciones—. ¿Cuántas de ellas no estarían ahí de no ser por una frágil combinación de condiciones?

Esta segunda fuerza es la que más solemos subestimar. En mi opinión, cualquier respuesta a la pregunta «¿cómo llegué aquí?» se queda corta si no incluimos en la historia esos empujoncitos de la suerte y la aleatoriedad. Por supuesto, estas dos fuerzas no actúan de manera independiente, sino que coexisten y trabajan la una con la otra. Nuestras vidas son la suma de nuestras elecciones, sí, pero cada una de ellas multiplicada por un coeficiente de azar.

Una vez leí sobre cómo el clima es un "sistema caótico": un tipo de sistema en el que pequeñas fluctuaciones en los parámetros iniciales pueden llevar a resultados completamente diferentes. Podemos predecir la posición casi exacta que tendrá un planeta en 100 años, pero con toda la ciencia y tecnología de hoy, no podemos prever la formación de un huracán el próximo mes. Creo que es una analogía que se ajusta bien a la experiencia humana.

Me fascina pensar en cómo nuestros próximos diez años podrían ya estar escritos por algo que nos pasó ayer o la semana pasada. No sé si eso debería darme miedo o tranquilidad. Esa es una definición de "destino" que sí podría respaldar: una voluntad invisible que no se revela sino mirando hacia atrás, cuando entendemos cómo encajaron todas las piezas.

Probablemente sea mi feature favorita de la vida.